En las últimas décadas, las soluciones a los residuos que se generan en el país se orientaron hacia dos mecanismos de disposición final: rellenos sanitarios y basurales a cielo abierto. Ambas han disparado diversas críticas y movilizaciones sociales. Primero, estos mecanismos tienden a soslayar la recuperación de residuos que podrían utilizarse como insumos en nuevos procesos productivos. Segundo, estas prácticas tienen alto impacto en el ambiente (emisiones de gases de efecto invernadero, contaminación de suelos y cuencas hídricas, entre otros) y en la salud de las personas. Por otra parte, la existencia de rellenos sanitarios y basurales, como mecanismo formal de gestión de residuos, convive con mecanismos de disposición informal,tales como basurales no habilitados, microbasurales, mecanismos de arrojo en cursos de agua y quemas no autorizadas, que resultan sumamente preocupantes (Saidón, 2020).
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